El año 2020 ha hecho saltar por los aires prácticamente todo lo que en el mundo de las hermandades se daba por establecido e instituido. La epidemia llegó en un momento crucial, con la Cuaresma avanzada y la Semana Santa a la vuelta de la esquina, acabando de un plumazo con cultos y con las salidas procesionales que tampoco se esperan en 2021. “Los cofrades decimos muchas veces que lo importante siempre son los cultos internos, por encima de todo; pero lo que ha ocurrido este 2020 ha hecho ver la importancia que tiene ver una imagen en la calle, no por todo lo que rodea a una procesión, sino por lo necesario que es para tanta gente”, traslada el hermano mayor de la cofradía del gaditano barrio de la Viña, Francisco Javier Lucero.
“Ha sido un año difícil, porque la pandemia prácticamente nos llevó a cerrar las iglesias y a nivel económico ha sido también complicado, lo que se une al aumento de solicitudes de ayuda que hemos experimentado de gente que ha sufrido de cerca las consecuencias económicas de la pandemia, sobre todo familias con hijos que se han visto afectadas y necesitan nuestra ayuda”, apunta el hermano mayor, que ante este nuevo escenario plantea que las cofradías “tenemos que reinventarnos en el plano económico”.
Una reinvención que aventura será necesaria también el año 2021, para la que ya están los cuerpos hecho a la ausencia de imágenes en la calle “pero sí vamos a tener una Cuaresma en la que podremos celebrar cultos, y no como ocurrió en 2020 que hubo que cortar de manera tan radical y encerrarse en casa”. Por eso apuesta Lucero por “inventar nuevas formas de celebración ante las circunstancias de este año”, reconociendo que entre los cofrades “siempre hay un punto de desilusión porque la hermandad no va a poder estar en la calle”. “Pero ante la crudeza de lo que está ocurriendo, no es momento de mirarse el ombligo y lamentar que tu hermandad no vaya a salir”, apunta de forma inmediata.
Él, en su caso, lo sabe bien de cerca porque en el transcurso del difícil 2020 ha perdido también a su suegro, víctima del coronavirus. “Siempre pensé que el coronavirus no pillaba de cerca, y cuando me di cuenta lo tenía en mi casa. Ha sido muy complicado, hemos pasado momentos muy duros, recibiendo información del médico por teléfono contando el desarrollo de una enfermedad que apenas daba lugar a la esperanza. Ha sido todo muy duro, y lo sigue siendo”, confiesa este cofrade, que ante este escenario insiste en que “no podemos preocuparnos por la Semana Santa o el Lunes Santo”. “Hay mucha gente que se está yendo, así que lo importante es que esto se arregle, que la pandemia cese y que tantas familias que dejen de sufrir como nosotros seguimos sufriendo”, afirma.
Además, 2021 asoma como un año histórico para la cofradía de La Palma, que tiene previsto coronar a la Virgen de las Penas el 14 de agosto; una coronación que podría sufrir alteraciones si los efectos de la pandemia no han remitido en verano. “De momento vamos a seguir la programación prevista, porque agosto está muy lejos aún”, traslada el hermano mayor, esperanzado en los efectos de la vacuna y en alcanzar ese 70% de inmunidad de la población que ha marcado el Gobierno. “Tendremos que esperar a mayo o junio, al menos, para plantear cosas de cara a la coronación”, concluye Francisco Javier Lucero sobre este incierto año 2021 para el mundo de las cofradías.