¿Por qué el fútbol sí y las procesiones no? ¿Por qué se permite que se celebren diversos tipos de eventos y los cofrades siguen esperando? Estas son algunas de las preguntas que quedan en el aire, tras lo visto en los últimos meses y que muestran realidades tan distintas como los controles de aforo para asistir a la veneración de una imagen, mientras se han visto numerosas escenas de calles repletas en Navidad y establecimientos de hostelería incumpliendo las medidas, sin que se tomen medidas contundentes.
Las aristas de la cuestión son múltiples y la lucha contra la pandemia es el cajón de sastre que sirve para cerrar el debate. Pero lo cierto es que, sin que se puedan permitir aglomeraciones, estas se han producido en las calles y, con un estricto control se antoja que, de cara a la celebración de procesiones también podría llevar a cabo.
A esto hay que sumar que, esta misma semana, se ha permitido que en recintos deportivos asistan dos o tres millares de espectadores para ver la Copa del Rey. Así como que haya horquillas -de entre 400 y 800 espectadores- en recintos cerrados para disfrutar de otro tipo de competiciones. Sin olvidar la celebración de conciertos, que también se han producido.
Controlar el cortejo de una cofradía sería algo bastante sencillo en comparación. Mientras que una cuadrilla de costaleros podría someterse a test de antígenos antes de la salida, como sucede con los futbolistas, por ejemplo.